La
fotografía que reproducimos a la derecha resultó
premiada en el año 2007 por el comité alemán
de UNICEF. Fue realizada en 2006 por la fotógrafa norteamericana
Stephanie Sinclair, y en ella puede verse
a Ghulam Haider, una niña afgana de 11 años
de edad, que mira temerosa y de reojo al que iba a convertirse
en su marido, de 40.
Según
relató en su momento la propia fotógrafa, Ghulam
fue vendida por sus padres a cambio de dinero y de ganado
para poder así alimentar al resto de sus hijos, aunque
reconocieron “sentirse avergonzados por ello”.
Desgraciadamente,
la triste historia de Ghulam no es un hecho aislado. Cada
año, miles de niñas en el mundo son obligadas
a contraer matrimonio con hombres generalmente mucho mayores
que ellas ya sea por necesidades económicas, por convencionalismos
sociales o por pactos previos de familia.
Se
trata de una práctica muy extendida sobre todo en África
Subsahariana y en Asia meridional. No obstante, resulta difícil
conocer el número de matrimonios prematuros debido
a que muchos de ellos ni siquiera se inscriben en registro
alguno.
Pese a ello, algunos datos sí que salen a la luz. Así,
por ejemplo, el porcentaje de niñas entre 10 y 14 años
que ya están casadas es casi del 14 % en el estado
de Madhya Pradesh de India y del 5 % en Bangladesh.
Si
miramos hacia África, en el estado de Kebbi de Nigeria
la media de edad en que las niñas contraen matrimonio
se sitúa en poco más de 11 años frente
a la media nacional de 17. Y en Níger, el 77% de las
mujeres se casan antes de los 18 años de edad.
Las
consecuencias que se derivan de estos matrimonios prematuros
son casi dramáticas. Para empezar, la niña se
ve casi siempre forzada a abandonar la escuela para poder
atender sus nuevas obligaciones domésticas.
Por
otra parte, los embarazos a edades tempranas conllevan altas
tasas de mortalidad materna y perinatal. De hecho, la probabilidad
de que la madre fallezca como consecuencia de complicaciones
derivadas del embarazo o del parto es cuatro veces mayor entre
las adolescentes de 15 a 18 años que a partir de los
20.
Otros
problemas añadidos son los de una mayor vulnerabilidad
frente al contagio de enfermedades de transmisión sexual
y una alta probabilidad de verse inmersas en situaciones de
violencia doméstica y malos tratos.
Por
todo ello, desde diferentes foros se viene denunciando el
matrimonio infantil co mo “la forma más generalizada
de abuso sexual y explotac ión de las niñas”.
Y para luchar contra esta lacra, la medida que se ha demostrado
más eficaz es la de desarrollar programas específicos
de educación dirigidos a las niñas y a sus padres.
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